Genug ist genug

Llevo meses observando un fenómeno que cada vez me inquieta más, y con los eventos de los últimos días, me he decidido a escribir un post sobre ello porque, bueno, basta ya.

Hará cosa de unas seis semanas, un sábado, me encontraba en Zúrich. Era mi primera vez en Suiza (sin contar aeropuertos), y fue cosa de unas pocas horas, pero pude ver el centro de la ciudad sin problemas - tampoco es una ciudad tan grande. De las pocas horas que pasé allí, me sorprendieron varias cosas: lo caro que era todo, las tiendas de lujo que se veían en la principal calle comercial de la ciudad, el raro acento que tienen los suizos hablando alemán, y la inmensa cantidad de españoles que vi.
Aunque, de hecho, hubo algo que me sorprendió más que todas las otras cosas juntas. En el camino de vuelta del restaurante a la estación, a un par de calles de ella, vi un stand que me llamó la atención. Era pequeño, cubierto de telas oscuras, y había dos hombres con chilaba en él. Por curiosidad, como llevaba tiempo de sobras, me acerqué al stand, y vi una pila de libros en la mesa que tenían: Sagrados Coranes. En alemán. Uno de los dos hombres me empezó a hablar en alemán suizo, que para entendernos viene a ser lo mismo al alemán normal que el gaditano de un nonagenario analfabeto al español culto de Buenos Aires. En mi rústico alemán (el normal!) le pregunté que qué hacían con aquellos libros allí, y me respondió, esta vez, para mi tranquilidad, en alemán estándar, que estaban regalando esos Coranes a quien quisiera tenerlos, no para hacer proselitismo islámico sino para hacer ver a la gente que, en realidad, el islam no es una religión violenta ni apologética del terrorismo. Cogió un par de folletos y uno de los libros (útilmente cubierto en plástico puesto que llovía), y me lo dio. Claro, me vi con un Corán escrito en alemán en la mano... "¿para qué quiero yo esto?", pensé. Le pregunté si por casualidad tenía alguno en inglés, y me dijo que no, pero que en uno de los folletos había una página web para poder descargarlo. No era un libro grande y me cabía en el bolsillo del abrigo, así que por no ofenderlo me dispuse a llevármelo.
En esto que veo que por mi izquierda se acerca un hombre de unos sesenta años, y empieza a increpar al otro hombre del stand. No entendí demasiado porque hablaron en suizo alemán, pero el mensaje general fue "¿Qué hacéis aquí? Idos de Suiza, aquí ni os queremos ni os necesitamos, y menos haciendo propaganda de la religión". El chico del stand intentó responderle e incluso intentó darle un Corán, "para que pueda usted ver por qué no es verdad lo que está diciendo", pero el hombre mayor no le dio espacio, y se marchó. No podía entretenerme mucho, así que crucé una mirada de complicidad con el chico que había hablado conmigo, y me marché.

Este suceso me dio que pensar. De camino al aeropuerto, me dediqué a mirar a la gente en la estación, en el tren... y vi gente de todas las etnias, religiones y nacionalidades. Para mi curiosidad y regocijo, hablando en una variante del idioma más difícil que he estudiado nunca, que amigos míos nativos en alemán confiesan no poder seguir. Hice una rápida búsqueda por internet antes de subir al avión y constaté lo que ya imaginaba: aunque Zúrich es una de las ciudades más cosmopolitas y más ricas de Europa, también es de las menos tolerantes. Un partido suizo de la extrema derecha ha tenido cierto éxito en recientes elecciones (el Partido Popular de Suiza, SVP-UDC), y no le es desconocida a nadie la reciente controversia de los minaretes en Suiza.

"Bueno, Sergio, tranquilo, que esto es Suiza, el enclave menos europeo dentro de Europa. Ahora te vas a Inglaterra, donde la multiculturalidad llegó hace décadas y todos vivimos en paz y armonía."

Pues no. Hace unos días dos lunáticos, ambos con pasaporte británico, mataron con un machete a un soldado británico en Londres. Es un acto de una mezquindad horrible, y me preocupa la escalada del radicalismo en mi país de residencia. Pero, y esto es un pero significativo, me preocupa aún más que el ejecutivo de Cameron convocara una reunión in extremis del COBRA, el comité anti-terrorismo. Vamos a ver: dos lunáticos británicos, blancos, matan a un soldado al grito de 'you cunt innit'. Crimen, violencia, chavs, etc. Dos lunáticos británicos, no blancos, matan a un soldado al grito de 'Allah-u akbar'. Terrorismo, radicalismo islámico. Por el amor de Allah, señores, esto no tiene coherencia ninguna, y quitándome el velo de la corrección política, voy a atreverme a decir que parte de la culpa de estos ataques la tiene... Occidente.
Resulta que el perpetrador de tan horroroso hecho es un británico de origen nigeriano, católico devoto, que de joven empezó a tener malas juntas, a estar influenciado por el cannabis (como media España prohibe el Corán estar), que se radicalizó musulmán tras las guerras invasiones de Iraq y Afganistán por parte de potencias occidentales.
Por redes sociales se han empezado a ver páginas condenando el ataque de Woolwich sospechosamente cercanas a la extrema derecha inglesa, lo que da que pensar.
Un artículo en el Guardian explica bastante bien por qué este acto no debe considerarse terrorismo, podéis leerlo aquí. En él se habla de cómo hace unas semanas apuñalaron hasta matar a un anciano británico de 75 años que venía del último salat (rezo) del día. Nadie habló de terrorismo, y nadie se planteó siquiera convocar al COBRA. Lo que es más preocupante, no hay que descartar que nadie en el gobierno sepa siquiera que esto ha ocurrido.
A nivel más académico, dos académicos (Balagangadhara y De Roover) hablan del terrorismo como transubstanciación del crimen a actos de supererogación. En la disciplina académica política se considera aceptable complicar hechos simples con palabros impronunciables, pero lo que vienen a decir esta gente es que el terrorismo es poderoso justamente porque le damos el poder que tiene. Suena un poco constructivista, pero el mensaje es simple: trata a un crimen como lo que es, un crimen, y ya verás como pierde todo el aura mística de su alrededor. Si lo tratamos como terrorismo, como algo místico, sólo conseguimos que dichos extremistas vean dichos actos como heroicos.
Si seguimos marginando a la comunidad islámica europea como extremistas, fanáticos y terroristas (que no dejan de ser una minoría mucho más pequeña en proporción que la de blancos europeos seguidores de PxC, la EDL o el SVP, por nombrar varios de los muchos grupos radicales de extrema derecha), pues... suena muy feo, pero lo único que estamos haciendo es potenciar dicho fanatismo.

"Bueno Sergio, tranquilo. Esto es en Reino Unido, donde la multiculturalidad empieza a hacer mella tras tantos años de laissez-faire en materia de integración. Tú tranqui, que esto en España no pasa."

Pues tampoco. Justo hoy he abierto uno de los periódicos que asiduamente leo, El País, que se vanagloria de ser el diario más importante en lengua española. Y bueno, quizás, sólo quizás, también es un poco de izquierdas. He abierto dos notícias a la vez y he ido alternando ambas pantallas para leerlas. La primera, una entrevista a Manuel Valls, ministro del Interior francés, nacido en Barcelona y ciudadano español hasta la mayoría de edad. Destacan en El País que elige el francés para hacer la entrevista, aun siendo de origen español y encontrándose, aunque en territorio francés legalmente, en Madrid. Mssr Valls expresa en la entrevista su preocupación por el creciente odio a los europeos de fe musulmana, así como del creciente número de europeos musulmanes que se han ido a luchar con los rebeldes en Siria. Justo la semana pasada leía que hasta 9 ceutíes se han ido a Siria en el último año.
La segunda noticia, que justo esta tarde han apuñalado a un militar francés en París. ¡Alerta elevada! ¿Tendrá este hecho conexión con Woolwich? ¿Será una conspiración terrorista? Nadie se plantea que sea otro lunático, inspirado o no en el lunático londinense.
Volviendo a la entrevista a Manuel Valls, me ha sorprendido tanto que eligiera hacer la entrevista en francés en vez de en español que he decidido mirar los comentarios para ver cuánta gente le tildaba de 'charnego renegao'. La respuesta es: ninguno. Los comentarios, repetimos en un diario progresista, de izquierdas, de un país que se considera moderno, giraban todos entorno a a) echar a los putos moros [sic] de Europa, b) no permitir la inmigración de musulmanes (como si esto tuviera nada que ver con la etnia o la nacionalidad de alguien), o c) como frenar la invasión musulmana en Europa. Increíble.

"Bueno Sergio, tranquilo. En internet es facil ser un troll y querer llamar la atención, es fácil que sean cuatro locos alternándose con diferentes nicks para levantar revuelo. Tú tranqui, que vienes de una zona muy diversa del área metropolitana de Barcelona, adonde han habido altercados pero en general vivimos todos tranquilos y en paz."

Pues tampoco, señores. Me toca leer que antes de ayer un hombre de 37 años pateó a dos chicas magrebíes menores de edad, tirando a una a la vía del tren y pateándola para no dejarla subir al andén. Todo esto ocurrió en Mataró, a menos de diez minutos de mi casa. Conozco esa estación como la palma de mi mano y no quiero ni pensar lo que la pobre chavala tuvo que pasar.
Así que la cosa ha llegado a este extremo.

Apenas he leído la Biblia, la Torah y el Corán, pero he leído varios pasajes de los tres libros. Para repasar mi alemán a veces hojeo... digo, ojeo mi Corán en alemán, y puedo deciros que el mensaje viene a ser el mismo. Tanto en Inglaterra como en España tengo a muchos amigos de diversos credos, creyentes y no creyentes, cristianos y musulmanes, judíos, católicos, hindúes, budistas, y Bahá'i no de milagro.
Y puedo deciros que todos tienen algo en común: cuanto más creyente es la persona, más difícil es dialogar con esta persona sobre ámbitos fuera de su fe. La gran mayoría tiene (o no) sus creencias pero no por ello deja de hacer una vida totalmente normal, disfrutando del día a día con preocupaciones que harían sonrojar a media África o Asia, dándose cuenta que son parte de la elegida minoría que puede disfrutar de una calidad de vida occidental, sin importar su color, religión o nacionalidad.

Puede haber un grupo de musulmanes terroristas, pero no son la mayoría. El islam es una religión tan a favor de la guerra o de la paz como lo son el cristianismo y el judaísmo. El cristianismo, recordemos, es la religión de las cruzadas, de la Inquisición, y de la colonización de "esos mundos de Dios".
Tampoco caigamos en las generalizaciones: dentro del cristianismo hay muchas ramas, catolicismo, protestantismo, ritos ortodoxos, ritos coptos, sectas varias... Dentro del judaísmo están los reformistas, los conservadores, los Haredim (ortodoxos), los seculares, etc. Pues bueno, tachán-tachán, dentro del islam también hay diversas ramas: las más conocidas son la suní y la chií, pero también están la wahabí, la ahmadí, la ibadí, etc.

Vamos, que en todas partes cuecen habas.

Me preocupa enormemente el aumento del anti-islamismo en Europa, así como de la marginación que está llevando al aumento del radicalismo islámico dentro de Europa. Por decirlo en el idioma en el que he tenido mi último contacto religioso, leyendo la Palabra Sagrada islámica, genug ist genug. Basta ya.

Os dejo con las sabias palabras de un imán... londinense, tan occidental cómo pueda serlo yo, que deja bastante clara cuál es la posición del Islam ante todo esto, y determina con claridad cuáles son los pasos a seguir para solucionarlo, quién debe poner cartas en el asunto para hacerlo, y cómo debe hacerse. No dejéis de verlo.

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