Catalunya, moneda de cambio

La situación política en Catalunya es un desastre, en eso creo que es en lo único en que estamos de acuerdo todos. Lo que varía es la definición de desastre y lo que se cree que puede ser una solución, pero desde el más independentista al más unionista, estamos todos de acuerdo en que la política catalana del momento es una porquería.

Normalmente intento dar enlaces de varias fuentes periodísticas, de tendencias ideales distintas, para intentar dar algo de objetividad a lo que digo. Es tarde y estoy cansado, así que voy a dar las noticias de la fuente que más habitualmente leo. Otros periódicos son El Períodico, El País, El Mundo, Avui, Ara, ABC, El Punt, etc.

De entrada, veo que CiU ha pactado con el PSC para que mañana Mas pueda ser investido President. Para ello, mañana el PSC se abstendrá en la votación, y al ser segunda vuelta, con que el PSC se abstenga bastará para que Mas sea nombrado nuevo President de la Generalitat. A CiU no les va a salir gratis, por supuesto. Nadie da duros a cuatro pesetas. Han firmado un pacto adonde se ponen de acuerdo en varios puntos: concertación social y lucha contra la crisis, políticas sociales y de familia, representación institucional, concertación social, política e institucional y transparencia y calidad de la democracia (copiado directamente de la noticia).

Pasemos al segundo punto, y ahora en dos minutos volveremos al primero.
Leo también que el Tribunal Supremo ha fallado que la Generalitat de Catalunya deberá cambiar el modelo de inmersión lingüística por uno adonde el castellano tenga una presencia real. Siempre pongo el mismo ejemplo: se puede estudiar la primaria en castellano en EEUU (hasta los 10 ó 12 años, diría), pero no en Catalunya, que de momento al menos forma parte de España.
Es ahora cuando volvemos al punto número uno: en este pacto que han hecho hoy CiU y PSC, se han puesto de acuerdo en que no piensan mover un dedo por cambiar la Ley de Inmersión Lingüística, y no sólo eso, se atreven a decir que en realidad la sentencia y el sistema educativo actual no son incompatibles (sinceramente, no veo por dónde coger esto, que alguien me lo explique). Veo lógico que CiU diga algo así. Pero que lo diga el PSC, que hace nada estaban afirmando que no eran independentistas (supongo que para ganar votos de socialistas procedentes del sur) e incluso diciendo que no pactarían con independentistas (todo el mundo se fue directo a ERC, pero CiU en su faceta más actual entra en la categoría de independentista, y lo de hoy no deja de ser un pacto, aunque no una coalición); pues me toca la moral. Porque me doy cuenta de que no han pasado si no semanas desde las elecciones y ya están mintiendo por los codos, tergiversando la opinión catalana y haciendo lo que les dá la gana.
El CGPJ recuerda [amigablemente, a CiU] que la sentencia del Tribunal Supremo es vinculante. Es decir, que no hay opción, que es algo que se debe cumplir sí o sí.

Fijaos que hasta ahora no he dado mi opinión acerca del tema. Pues bien, ya va siendo hora.
No creo que sea una medida mala. Sin embargo, dada la situación actual, es muy difícil de implantar. Si se implanta un sistema como el del País Vasco adonde se dividen las diferentes líneas idiomáticas, se va a contribuir a segregar aún más una sociedad que está ya bastante segregada. Si por el contrario se hace una educación 40-40-20 (catalán-castellano-inglés), como algunos vienen proponiendo, habrá gente que se quejará por la imposición. Por todos los lados. '¿Por qué tiene mi niño que estudiar asignaturas en inglés?', 'Per què ha de fer el meu nen biologia en castellà?' o 'Why should my child study Catalan when I'm an expat and he'll only benefit from Spanish?' serán algunas de ellas. Y aunque no total, porque el conocimiento nunca perjudica, tendrán parte de razón. Con cualquiera de las dos soluciones, como la ley sólo afecta hasta el final de la educación obligatoria, se presupone que bachillerato seguirá siendo íntegramente en catalán, con lo que aquella gente que estudie algunas (o todas) las asignaturas en castellano, al llegar a bachillerato puede tener problemas por el cambio de idioma (creedme, los conceptos y nombres cambian, y puede llegar a afectar).

Lo más importante, y algo de lo que he tardado en darme cuenta. Catalunya se ha convertido en la nueva Irlanda del Norte de España. El gobierno británico utilizó siempre la situación norirlandesa para darse méritos o para aplicar presión al gobierno de turno. Y me da la sensación de que Catalunya se ha convertido en algo así. Somos una especie de moneda de cambio político que todo el mundo usa para congratularse y lanzar ataques al contrario, sin darse cuenta de la que están liando. Durante muchos años, especialmente mientras Pujol estuvo en el poder, se nos dejó en paz. Catalunya iba a lo suyo, España también. Las relaciones eran cordiales, y en general todo el mundo estaba contento. Los catalanes estaban orgullosos de serlo.
De un tiempo a esta parte, el extremismo político ha empezado a hacer una mella importante en Catalunya. Extremismo político tanto por un lado como por el otro. Coincidirán conmigo en que no es normal que un partido que pretende que la independencia sea declarada unilateralmente sin ni siquiera consultar al pueblo catalán (Solidaritat) obtenga cuatro escaños en el Parlament, ni que el PP, tradicionalmente en contra de los intereses del pueblo catalán (idioma, símbolos propios, por no decir que Catalunya suele ser progresista) obtenga dieciocho escaños en el Parlament. La situación política se está tensando muchísimo, y esto está obligando a todos los partidos y a todos los ciudadanos y residentes de Catalunya a tomar partido por uno de los dos bandos. No se puede desear la independencia sin odiar a España ni se puede querer la soberanía española (federal o no) sin odiar a Catalunya, según una sección importante de la población.
Esto causa malestar, no se crean. Partidos que tradicionalmente no se han querido mojar, como CiU, se están decantando hacia un lado. Incluso se han creado partidos especialmente por esta situación (C's, SI, Reagrupament, etc.). Por no hablar de las 75000 personas que no tienen muy claro qué tienen que odiar, así que han votado a PxC. En estos casos, por muchos detractores que tenga, hay que agradecer a la ley D'Hondt y de circunscripciones electorales el papel que tiene en no tensar aún más las cosas.
Desde Catalunya están empezando a lanzar ataques y ofensivas al gobierno central. El ejemplo más claro es el famoso Estatut. Digan lo que digan, hay puntos que no encajan dentro de la Constitución, así que hasta que ésta no se enmiende, hay cosas que no deben mencionarse (como por ejemplo decir que el catalán es lengua propia de Catalunya, y por tanto preferencial en el uso al castellano, dentro de la administración pública y dentro de Catalunya - sin entrar en debates absurdos sobre la palabra 'nación' o el sistema judicial tan parecido al Estatuto de Andalucía).
Manifestaciones pro-independencia se han convertido nuestro pan de cada día, y por prácticamente cualquier cosa se convocan, sólo para hacerse oír. A alguna de las más importantes han aparecido importantes figuras políticas que, aunque sólo fuese por diplomacia por el cargo que ostentan, deberían haberse mantenido al margen.
También es importante el continuo uso de las palabras que se hace para hablar del expolio fiscal a Catalunya, sin darse cuenta de que otras comunidades (Madrid, Comunidad Valenciana e Islas Baleares) (1) también contribuyen más a las arcas centrales que no lo que reciben.
Como anécdota, miren cómo se hace eco la Vanguardia de que todos los premios importantes excepto uno han caído al menos en parte en Catalunya: Catalunya recupera 484 millones de los 502 gastados en la Lotería de Navidad. Cómo si Catalunya fuese una cosa, y no muchísimas personas que han perdido algo y unas pocas que han ganado mucho, por azar, en este caso. No deja de ser anecdótico, pero a mí me dá qué pensar.
Ante esta situación, el gobierno español está haciendo algo igual de reprochable: está lanzando ataques de vuelta. Como la sentencia del TC en contra del Estatut (adonde se pasó de vueltas en algunos puntos), o la sentencia de hoy, que sinceramente veo a destiempo, dado que la educación lleva siendo así hace más de 20 años y me imagino que habrá habido más quejas de entonces hasta ahora, como para que precisamente ahora el Supremo tenga que decir que está mal.

Catalans i catalanes, nos hemos vuelto una moneda de cambio. Nadie se plantea que tenemos voz y voto. Nos escuchan sólo cuándo les interesa y en lo que les interesa. Ninguno de los lados se plantea tener en cuenta los pensamientos de los catalanes en ningún momento, tanto es así que ni se plantean preguntarnos. Ni sobre la reforma educativa, ni sobre una posible independencia, ni sobre nada. Sencillamente, les va bien que nos callemos o que protestemos, dependiendo de lo que ellos quieran.
Ya está bien, ja n'estic fart. Debemos hacer que nos oigan, que sepan que tras un pequeño porcentaje de extremistas por ambos lados somos muchos, mayoría, los que estamos en medio. Los que recibimos por todas partes y somos tildados con adjetivos que no nos pegan ni con cola. Los que sufrimos el malestar general que se vive día a día en Catalunya y los que ya no sabemos qué hacer, con una alternativa política tan poco prometedora como la que se nos ofrece.
Que nos gustaría que nos preguntasen qué opinamos sobre una posible educación con parte de las horas lectivas impartidas en castellano. Que nos gustaría que nos preguntasen si de verdad queremos una Generalitat tan sumamente nacionalista, independientemente de quién haya en el gobierno. Que nos gustaría que el único partido importante que no es de tendencia nacionalista no fuese también retrógrado a nivel económico y social. Ser progresista y no ser nacionalista no están reñidos, señores.
La pasividad de la sociedad catalana, aletargada en el 'sueño catalán' que vivíamos hace unos años, ha llevado a que poco a poco esta lacra que nos está consumiendo a todos, independientemente de ideologías, se introduzca en nuestra sociedad. Si seguimos pasivos como hasta ahora, sólo se oirá a los extremistas, y eso hará que las cosas cambien, pero a peor.
Somos todos igual de catalanes, independientemente de nuestra ideología. Todos queremos lo mejor para Catalunya, y aunque lo expresemos de manera distinta, debería ser el amor por esta maravillosa tierra lo que nos uniese, y no el odio a otras tierras lo que nos separase.

Bona nit i bon Nadal.

Comments

  1. Bon Nadal y bones festes :)

    Tendrás que fundar tu propio partido y salir a la calle a ver si quedan sensatos.

    A mi que siempre he sido muy pro cataluña, cada vez me gusta menos, es así.

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